viernes, 20 de julio de 2012

Supervillanos en la vida real

"You know, it's amazing how many super villains have advanced degrees. Graduate schools should do a better job of screening those people out."
-Sheldon Cooper, TBBT

Hoy tenía planeado hacer un post más relacionado con el primero que hice: chocolates, placer, amor e iba a poner acá un poco de dos cápsulas que escribí hace como tres años sobre los besos y el enamoramiento.

También pensé que sería bueno postear algo de lo que he escrito sobre la luna, dado que hoy es el aniversario número 43 de la llegada de los seres humanos a la luna -pero bueno aunque no lo haré, si quiero dejar bien claro aquí que yo sí creo que el hombre llegó a la luna y que el hecho de que no se hayan hecho muchísimos viajes más tiene más que ver con las dificultades técnicas, de seguridad y de dinero involucradas-.

Pero no estoy escribiendo aquí sobre lo uno, ni lo otro, porque sigo en shock por la noticia con la que nos despertamos muchos esta mañana -bueno los que vivimos en este lado del mundo- sobre el tiroteo en un cine, en Aurora, Colorado-EUA, en el estreno de Batman. 

Para estas horas o para cuando lean este post, seguro ya habrán leído-oído-comentado la historia muchas veces. Historia que es horrible, dolorosa y triste, por múltiples razones: porque mucha gente inocente murió o resultó herida, porque había niños, bebés, abuelos, jóvenes en el cine y porque la mayoría de quienes, como yo, disfrutan ir al cine nos parece horrible pensar que algo así pueda pasar en un lugar que consideramos tranquilo, seguro, divertido.

Pero también más allá de reflexiones sobre la violencia, sobre si hay que estar tristes por ésto o por lo que pasa en Siria o por la violencia en México -creo que ser sensible a una tragedia en particular no quita que se siga siendo sensible a muchas otras-, yo quiero reflexionar sobre una cosa específica que tiene que ver con lo poco que sabemos sobre el tipo que perpetró tan horrible acto: además de que es joven (24 años), de que nunca antes había cometido ningún delito, de que tenía un arsenal en su casa, resulta que era o fue estudiante de un doctorado en neurociencias.

Y para estas horas ya he escuchado comentarios que tienen que ver con que su acto de maldad, además de estar influido por la TV-comics-videojuegos-cine, tiene que ver con que es un individuo con "altas capacidades académicas".

Yo no creo en la bondad a priori de las personas por ser científicos -ni por ser maestros, ni por ser doctores- también creo que es muy dañino para todos -no nada más para quienes nos dedicamos a la ciencia- que se haga este tipo de relaciones ciéntifico-supervillano. 

 Y aunque la vida no es un cómic, recordemos que en éstos no sólo los supervillanos tienen doctorados, también los superhéroes.

De vuelta y algunos agradecimientos


Después de 2 años vuelvo a este blog y eso se lo debo agradecer un poco a que ya estoy por fin en mis trámites de titulación del doctorado, en que ya tengo casi un año establecida en una nueva ciudad, y un par de meses medio establecida en un nuevo trabajo y claro, por qué no, también al hecho de que mi hijo ya es más grande e independiente -o sea ya juega solo a ratos y ya no usa pañal-.

Pero también se lo debo agradecer al proyecto de Ciencia140: http://ciencia140.blogspot.mx/ que nació con el objetivo de divulgar la ciencia en Twitter en 140 caracteres o menos -y en español-: https://twitter.com/Ciencia140

Así que desde que los "descubrí" (gracias a la sugerencia de una amiga-tuitera que también pueden encontrar por acá: http://bibliowebtecaria.blogspot.mx/) no he dejado de tuitear cada que puedo sobre los temas que proponen. Lo cual para mí ha resultado un doble reto: primero por el brevísimo espacio que da Twitter y segundo, porque aunque sea poquito espacio, no quiero caer en la "definición de libro", pues como aspirante a divulgadora, quiero alejarme lo más posible de ese tipo contribuciones -en la medida de lo posible-.

Y pues hace un par de días, cuando nos preguntaban a las mujeres que participamos con contribuciones, sobre nuestras actividades en la ciencia o la divulgación, me acordé que hace mucho, mucho tiempo, cuando vivía en una ciudad no demasiado lejana, había abierto este blog... Así que decidí retomarlo y acá estoy.

EDITO: También tengo que agradecerle a mi amigo Joaquín, por haberme insistido a hacer un blog, aunque él crea que no le hacía caso, la verdad es que yo sentía que tenía un pendiente cada que me escribía algo al respecto o incluso últimamente que ya no me decía nada. Acá puede ver su blog también: http://joaquinbarroso.com/

Empezaré poniendo por acá con adaptaciones de algunas de las cápsulas que he escrito para colaborar en la sección de ciencia del programa de la estación de IMER Horizonte, La Feria Carrusel Cultural http://www.blogs.imer.gob.mx/laferia/, en donde soy colaboradora ocasional desde hace ya casi cuatro años.

Bueno, eso o lo que me den ganas de expresar en un poco más que un tuit ;)

miércoles, 28 de julio de 2010

Ciencia y chocolates


Se tiene normalmente una idea errónea de que la ciencia es sólo disfrutada por los científicos, los cuales son una especie de ratas de laboratorio cuyo único propósito es ir en busca de un gran descubrimiento. Afirmar esto, sería casi tan tonto como decir que ninguna persona puede disfrutar escuchar una sinfonía de Mozart si no ha estudiado alguna vez en su vida música, y conoce a la perfección cómo se escriben las notas en un cuaderno pautado. Es muy común que se nos olvide que vivimos en una era en la que la ciencia y la tecnología ocupan un lugar central en nuestras vidas. A donde quiera que volvamos los ojos, podemos ser testigos de prodigios como las computadoras, los aviones, los medicamentos, pero también de errores y horrores provocados por una mala aplicación de los conocimientos científicos.

Pero yo creo que todos podemos disfrutar de la ciencia e incluso nos puede proporcionar placer, sí tal como se oye: placer ¿por qué no? A fin de cuentas la ciencia es una actividad humana, creativa, y en sus productos no sólo es posible ver beneficios, sino también valores estéticos. Así que buscando esa relación entre placer, ciencia y cultura decidí escribir sobre los chocolates.

Aquellos que como yo, tengan una pasión desmedida por el chocolate no me dejarán mentir: el chocolate es adictivo. He escuchado a más de una persona decir que lo peor que les podría pasar en su vida sería que, por alguna razón, no pudieran comer más chocolates. Confieso que yo misma tengo ese temor oculto. Pero a pesar del gran placer que proporciona el devorar una acaramelada barra de chocolate aún existen personas a las que sorprendentemente no les gusta, hay los que incluso dirían que el comer chocolates no es más que una necesidad inventada por nosotros.

Gracias a la ciencia, podemos demostrar a esos odiosos abstemios del chocolate que se han equivocado.

De entre las cientos de sustancias que componen el chocolate hay una que podría ser la causante de nuestro delirio por él: la fenil-etil-amina, un compuesto que en el cerebro humano cumple las funciones de un neurotransmisor; es decir, un compuesto que ayuda a la transmisión de impulsos eléctricos entre las neuronas, ocasionando respuestas específicas en nuestro cuerpo, respuestas tales como el movernos, pensar, sentir dolor o placer, etc. dependiendo de la sustancia que se trate.
Los neurotransmisores son biomoléculas, es decir compuestos que se generan en el propio cuerpo, aunque también es posible que al conseguirlas de otra manera, por ejemplo cuando comemos chocolate, lleguen a nuestro cerebro y actúen sobre las neuronas. Esto mismo es lo que ocurre con muchas de las drogas psicotrópicas, pues al entrar en nuestro organismo actúan a la manera de neurotransmisores, desencadenando en muchos casos las sensaciones agradables que acompañan a su consumo, aunque también con muy desagradables consecuencias, como lesiones irreversibles en el sistema nervioso.

En el caso del chocolate, no están del todo comprobados sus efectos adictivos, pero se cree que la fenil-etil-amina está presente en el cerebro en la etapa del enamoramiento, ocasionando esa felicidad y euforia, que espero todos ustedes hayan sentido alguna vez. Si es cierto que este compuesto se encuentra en el chocolate, al consumirlo tendríamos las mismas sensaciones de felicidad y satisfacción que nos produce un ser amado. Justificando así el hecho de que muchas personas al sentirse tristes se consuelen comiendo chocolates. O que aunque no estemos del todo deprimidos, busquemos esa recompensa placentera al comerlos.

Quizás fuera por ese mismo placer oculto, por el cual para los prehispánicos el cacao era considerado un producto sagrado el cual no sólo tenia un valor de consumo sino también de intercambio. O que en la Europa de la ilustración, fuera tan bien recibido como estimulante femenino en los grandes salones del té. En fin, creo que sin importar si realmente el chocolate tiene una gran cantidad de fenil-etil-amina, de cualquier forma es un enorme placer comerlo.